Yo, mi Smartphone y yo mismo

¿Es Bruce Banner responsable moral o penal de los desmanes que va causando Hulk por el mundo?

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Póster de la película

Lo reconozco, de pequeño no leí El Principito ni Juan Salvador gaviota. Y en mis años de instituto, pronto descubrí que me resultaban más interesantes los dilemas morales, políticos y metafísicos que me encontraba en los comics de Marvel, que los problemas que me presentaba El conde de Lucanor (menudo peñazo). Probablemente la lectura de comics ha ocasionado algún tipo de trastorno neurocognitivo del que ya no cabe solución alguna. A mi edad, la plasticidad cerebral  no me puede ayudar ya mucho. Así que para aquellos que eran formales y  dedicaron su tiempo a leer los libros que proponían  los profesores, en lugar de disfrutar con los vuelos siderales de Estela Plateada, los pondré en antecedentes. (Que pena que entonces no existiera” el rincón del vago”, cuantos comics me quedaron por leer de la saga de los Vengadores)

El doctor Bruce Banner era un eminente científico dedicado a la investigación con rayos gamma,  hasta que un fatídico día, como suele pasar en estos casos, un accidente provocó que recibiera una dosis de los dichosos rayos gamma. Como consecuencia, B. Banner se transformó en el terrible Hulk, un sujeto de color verde cuya capacidad intelectual estaba en una relación inversamente proporcional a su masa corporal, vamos que Hulk era tonto, pero eso sí con una fuerza descomunal, capaz de apartar un tanque de un puntapié. La transformación de Banner en Hulk no era permanente. En condiciones normales Banner intentaba buscar una cura a su problema, pero cuando algo le enfadaba no podía controlar su otro yo y se transformaba en Hulk destrozando entonces todo lo que se encontraba a su paso.

Esta es la situación de partida que nos propone Keven Kinghorn (tutor de filosofía en Oxford) en su artículo «Cuestiones de identidad: ¿es el increíble Hulk la misma persona que Bruce Banner» publicado en el libro Los superhéroes y la filosofía. -Tom Morris –Mat Morris (ed.)- y aquí es donde empiezan los quebraderos de cabeza filosóficos. ¿Podría un magistrado juzgar a Bruce Banner por los destrozos que causa Hulk?. En otros términos, ¿Qué es lo que hace que tengamos la sensación de que existen un yo continuo en el tiempo? ¿Dónde reside el yo? ¿O acaso el yo puede cambiar y  ellas tienen razón cuando, después de que pases un verano de marcha con los colegas, comentan con sus amigas, ese no es mi Juan de Dios, que me lo han cambiado?Los superheroes y la Filosofía

El doctor Kinghorn propone algunos intentos de solución a este problema y las paradojas a las que dan lugar. Comentaremos algunas de las propuestas, y buscaremos dentro del cerebro (o fuera, como podremos ver) algunas explicaciones.

Una de las teorías que podrían explicar la “mismidad del yo” que dirían Ortega o Heidegger (joder que día llevamos) se basa en la identidad corporal. Identificamos el yo o la identidad personal con la identidad corporal. Incluso con el paso de los años, la foto de Carmen vestida de gitanilla en la feria del Corpus cuando tenía cuatro años nos remite a Carmen la que taconea y pasea su arte por los escenarios de Motril y sus alrededores, unos cuantos años más tarde. Decimos que ambas fotografías son imágenes de la misma persona porque pensamos que existe una continuidad corporal, y aunque evidentemente ha cambiado y ha mejorado con el tiempo, la persona, su yo, sigue siendo el mismo.

Esta teoría comúnmente compartida, puede dar lugar a extrañas paradojas. Supongamos que en un estado muy desarrollado de la cirugía y de la robótica, se podrían sustituir partes de un ser humano por prótesis artificiales o por trasplantes de órganos naturales. Si a un sujeto se le cambiase poco a poco todas las partes de su cuerpo, ya no habría continuidad entre la identidad personal y la identidad corporal, así que la identidad personal debe estar en otro lado.

Se podría argumentar, que en realidad no hace falta una continuidad entre la identidad física y la identidad personal en un sentido estricto, sino que bastaría con que se diese una relación causal entre las acciones y los estados mentales de un sujeto en un tiempo t y las acciones y estados mentales del mismo sujeto en un tiempo t’ anterior a t. El yo es algo que se va construyendo en el tiempo, y somos una consecuencia de nuestros actos pasados. Pero entonces tendríamos que asumir que ese yo es algo muy inestable. Si una persona que ha sufrido una ablación del cuerpo calloso, y como consecuencia se han separado sus dos hemisferios cerebrales generando dos consciencias radicalmente distintas, una considera que la obra “Einstein in the beach” de Philip Glass es algo sublime, mientras que la otra daría su vida por asistir en primera fila a un concierto de Kamela, ¿podríamos establecer una relación causal cuando el yo original se ha escindido? Multihombre era un superhéroe de dibujos animados que tenía la capacidad de multiplicarse a sí mismo para combatir a los supervillanos. Todos esos nuevos multihombres estaban controlados por la voluntad del original, pero ¿y si perdiese el control sobre algunos de ellos? ¿Sería responsable de lo que estos hicieran?

¿Y si la idea de la existencia de un “yo unificado” fuese una mera ilusión generada por nuestro cerebro? Ramachandran y su colega  William Hirstein mantienen una parecida. Consideran que el yo unificado del que somos conscientes es en realidad un yo que tiene muchas caras. Vamos a indagar dentro del cerebro para analizar las distintas caras del yo y buscar dónde se alojan.

Lóbulos parietales

De un lado tenemos un primer yo encarnado, al que asociamos con nuestro cuerpo (las res extensa de Descartes) y que es responsable de que tengamos una imagen corporal. En la construcción de esta imagen corporeizada del yo intervienen circuitos de los lóbulos parietales y zonas de los lóbulos frontales a las que están conectados. Una lesión en los lóbulos parietales puede generar una hemiasomatognosia, que impide al enfermo reconocer mitades de su propio cuerpo, o provocar distorsiones de la imagen corporal. Ramachandran cita el caso de una paciente que aseguraba que la mitad izquierda de su cuerpo permanecía sentada cuando ella se levantaba.

Un segundo rasgo del yo es el yo pasional. El sistema amigdalino y el sistema límbico son los responsables regular nuestras emociones. Las amígdalas reciben información de la corteza insular encargada de transmitir información de la piel o de órganos internos. Las patologías ligadas a lesiones en estas zonas son responsables de auténticos cambios en el yo o en el reconocimiento de otras personas (Sindrome de Capgras); de la acentuación de los rasgos personales como consecuencia de una epilepsia del lóbulo temporal; o incluso generar la sensación de que uno se ha muerto llegando incluso a oler la carne podrida (Sindrome de Cotard) -Dios nos libre-. En algunos casos, las epilepsias del lóbulo temporal dan lugar a que las personas que las padecen tiendan a generar continuamente “pensamientos abstractos”, se les identifica porque son discutidores (cuando agarran un tema no lo sueltan), egocéntricos (suelen hablar de sus problemas o centrar la discusión en torno a sus problemas) y les da por tener pensamientos aparentemente complejos y de una abstracción exagerada, vamos unos/as auténticos  pelmazos (no hay estudios de que sean adictos a Intereconomía, pero se sabe que en algunos casos de epilepsia del lóbulo temporal (quiero recordar que el izquierdo), se hacían votantes del partido republicano en EE.UU, y ultraconservadores) .

Sistema límbico

El yo ejecutivo es el responsable del control de nuestras acciones cotidianas y limitan nuestras acciones a aquellas que son razonables. Nos dice lo que podemos y lo que no podemos hacer. El cerebro ejecutivo nos proporciona una representación tanto del cuerpo como del entorno en el que está situado, de manera que ambas representaciones puedan interactuar. Cuando se produce una lesión en el giro angulado anterior, el sujeto es incapaz de tomar decisiones (mutismo acinético). En ocasiones se produce un efecto realmente sorprendente en el que partes del cuerpo, la mano realiza acciones independientes de la voluntad del sujeto.

El yo mnemotécnico. El poder que juega la memoria en la consolidación de un yo estable y unificado es esencial, y aquí interviene el hipocampo, nuestro disco duro temporal. La pérdida de una parte del hipocampo puede provocar, dependiendo de lo severa que sea la lesión, que el sujeto no pueda adquirir nuevos recuerdos.

La conciencia de las sensaciones  asociadas a las percepciones que recibimos están ligadas a la actividad  que se genera en torno al giro cingulado anterior y estructuras límbicas que se prolongan hacia células situadas en el núcleo talámico, que a su vez se activan por células del tronco encefálico.  Todas estas estructuran conformarían el yo vigilante. Cuando hay alteraciones en estas zonas, una hiperactividad de las células del tronco encefálico provocan alucinaciones visuales de dibujos animados, figuras geométricas, animales o personas (alucinosis penduncular). Las personas que padecen esquizofrenia poseen el doble de células en los núcleos del tronco encefálico, lo que podría explicar sus alucinacines.

La necesidad de integrar nuestras vivencias de una forma coherente daría lugar al yo unificado. También es necesario que el yo pueda tener reflexiones sobre sí mismo, y para ello el yo tiene que tener acceso a su autobiografía, a la información sobre la imagen corporal que genera y a la representación de su entorno, en el que se incluye de manera especial el entorno social. Todos estos procesos están regulados por lo que Ramachandran llama el yo  conceptual y social.

Para Kinghorn, es precisamente esta identidad social, la que nos permite mantener relaciones con otras personas, la que permite construir el yo unificado, continuo y consciente. Esta necesidad del cerebro de ir más allá de los confines del cráneo e involucrar al entorno para generar una identidad consciente encaja muy bien en una concepción dinamicista de la mente. Los modelos cognitivos basados en arquitecturas dinamicistas interpretan la cognición como un proceso emergente y autoorganizado en el que se deben integrar tanto los factores relacionados con la actividad neuronal como los cambios producidos en el organismo y el medio en el que el sujeto está inserto. El modelo resultante es por lo tanto un modelo extendido que concibe tanto al sujeto y al medio como elementos que configuran un mismo sistema en el que cobra una especial importancia la dimensión temporal. De esta forma se explica cómo los procesos cognitivos resultantes de la interacción del agente con el entorno van evolucionando a través del tiempo.

La idea de una mente extendida se debe a los filósofos Andy Clark y David Chalmers. En 1988 publicaron “ The extended mind” (Analysis 58:10-23, 1998)en el que sostienen que los elementos externos del entorno social y material forman parte de los sistemas cognitivos, y en gran medida, responsables de estos procesos.

En un artículo publicado por Andy Clark en las páginas de opinión del NY Times (Out of Our Brains. Diciembre, 2010) lanza la sorprendente hipótesis de que en esos elementos culturales externos a nuestros cerebros que ayudan a conformar nuestra vida consciente, intervienen de forma fundamental nuestras últimas adquisiciones tecnológicas –iPad, Smartphones y BlackBerrys- amplían nuestros recursos biológicos de muchas formas. En su forma más extrema, no sólo como herramientas que nos ayudan a tomar decisiones o de organizar el tiempo, sino como elementos que pueden ser incorporados a nuestras estructuras biológicas naturales, la posibilidad de reparar funciones cognitivas deterioradas mediante el implante de neuronas artificiales y circuitos no biológicos, nos permitirían interactuar con los dispositivos electrónicos con los que ya estamos familiarizados de forma directa mediante vínculos que conecten estos dispositivos directamente a nuestra actividad mental.

Android

Acabo de encontrar el asiento del alma (res cogitans cartesiana), se ha desplazado de la silla turca al sistema operativo android de mi Smartphone. Espero que no tenga que resetearla.

Acerca de José Luis Fernández Moreno

Profesor de Filosofía (Secundaria). Intereses: Neurofilosofía Ver todas las entradas de José Luis Fernández Moreno

5 respuesta a «Yo, mi Smartphone y yo mismo»

  • Ciborg: aspectos ético-jurídicos | Neurofilosofía

    […] “Yo, mi smartphone, y yo mismo“ […]

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  • Ana Herbsztein

    Hola a todos
    Me gustó mucho lo que leí,sos muy generoso con tus conocimientos. Yo soy editora de http://www.genaltruista.com y te pido permiso para compartir tus escritos con mis lectores.Ana Herbsztein Sociologa Universidad de Buenos Aires Argentina

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    • José Luis Fernández Moreno

      Hola Ana

      Me alegra que te intereses por el blog. Por supuesto que tienes permiso para utilizar sus contenidos. La idea inicial del blog era generar un lugar de debate en clase para mis alumnos de Filosofía, pero estaría muy contento de ampliar fronteras y objetivos. Aunque en estos momentos lo tengo un tanto abandonado, he tenido que terminar mi proyecto de tesis, confío en poder continuarlo lo antes posible. Con tu permiso me registraré en tu web que me parece muy interesante y también la daré a conocer a mis alumnos/as. Todo sea por la inteligencia colectiva.
      Gracias de nuevo y espero seguir en contacto.
      Jose LUis

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  • M.

    Hola Jose!
    La verdad es que creo que si tenemos que tomar un criterio para la identidad personal, la solución aristotélica es la más fiable frente a cualquier riesgo de caer en dualismos varios. En esa especie de metáfora ciberpunk que has hecho del barco de Teseo creo que el criterio tiene que ser la materia frente a otra cosa que se diga que puede ser la identidad. De hecho, rizando el rizo informalmente, se me acaba de ocurrir que puede haber relación causal entre un estado mental en un tiempo t’ de Johnny Mnemonic, otro en el tiempo t de Johnny Mnemonic cuando tiene un implante cibernético y otro en el tiempo t» cuando se convierta en uan máquina si aceptamos la hipótesis de la mente extendida. De hecho, la cognición sólo surge por interación con el entorno y es mediante un bucle con éste como surge el fenómeno cognitivo. De hecho, no hay fenómeno cognitivo en un sujeto aislado, sin entorno, y por ello SNC+cuerpo+medio(incluso +implantes digitales en el cuerpo)es lo que permite que exista cognición. Saludos!

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    • NEUROFILOSOFÍA

      Hola Manolo.
      A Bruce Banner le hubiese gustado que fueses su juez. Si se utiliza cOmo criterio de identidad la identidad material/corporal, Banner no puede sr culpado por los desmanes de Hulk, porque no hay continuidad. Para Kinghorn el la identidad corporal es algo aislado del entorno.
      soy de tu misma opinion. Los modelos que integrar al sujeto en el entorno (Chemero, Eliasmith) creo que son los mas apropiados. La verdad es que es una prueba mas del futuro que puede tener esta tendencia filosofica. Por mucho que la complique Clark incluyendo pos dispositivos artificiales.
      perdona la faltas con los acentos, te estoy respodiendo desde el movil, y como puedes comprobar, mi mente extendida es igual de ineficiente que la contraida.
      Gracias por tus comenarios

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